domingo, 15 de noviembre de 2015

Las guardianas de Roquetas


Lucharon por Roquetas durante siglos. ¿Sus armas? Cañonazos contra ataques piratas, incursiones inglesas y escuadras napoleónicas. Fuego y señales de humo como único medio de comunicación, pero suficiente para dar la voz de alarma ante un preocupante avistamiento o un ataque inminente. Se trata de las torres del litoral roquetero


Torre de Cerrillos a la llegada de la primavera.
(Fuente: Ayuntamiento de Roquetas de Mar)
El origen de las primeras atalayas debemos buscarlo en la época musulmana. El Reino Nazarí, enclavado en las Cordilleras Penibéticas y último bastión musulmán en la Península Ibérica, requería un buen sistema defensivo de sus fronteras tanto terrestres como marítimas. Para fortificar estas últimas el sultán Yusuf I construyó una serie de torres en la costa durante el siglo XIV para evitar los ataques de, entre otros, los corsarios de la Corona de Aragón.

Pero los papeles se invirtieron tras la conquista de la ciudad de Almería en 1489 y la caída definitiva del Reino Nazarí con la toma de Granada en 1492. Ahora eran los cristianos los que vigilaban desde las torres y los atacantes eran los piratas berberiscos, procedentes del norte de África y que atemorizaban a la población con sus incursiones, robos y secuestros. He aquí una de las razones por las que en aquellos tiempos no existía el pueblo de Roquetas, pues la costa era muy insegura; los únicos habitantes eran los soldados de las atalayas.

Aparte de las mencionadas, en los Bajos de Roquetas existía
otra torre, hoy desaparecida, cuyos materiales se utilizaron
para levantar el antiguo cuartel. Así sería su situación
aproximada. (Fuente: Gabriel José Cara Rodríguez) 
Las torres construidas en época islámica fueron ampliadas y reconstruidas tras la conquista castellana, siendo el resultado final la existencia en el actual término municipal de Roquetas de la Torre de Rambla Honda, situada en Aguadulce; Torrequebrada, en la Ribera de la Algaida; la de Cerrillos, en Punta Entinas y la de las Roquetas, que en siglos posteriores se ampliaría hasta convertirse en el actual Castillo de Santa Ana. A todas estas debemos sumar otras que se han acabado perdiendo y cuyo nombre y localización son discutidos, a falta de un estudio mucho más profundo de los sistemas defensivos en nuestro litoral, como es el caso de la Torre de los Bajos.

A principios del siglo XVII se amplió la Torre de las Roquetas con un reducto amurallado y una capilla, pudiendo albergar a 25 soldados con sus familias. Esta población pocos años después ascendía a los 100 habitantes, siendo de 1661 las primeras referencias a una celebración en honor a Santa Ana.

Plano realizado en 1783 acerca del
Castillo de Santa Ana. Muestra su
situación anterior al derrumbe
provocado por el terremoto
de 1804. (Fuente: Ministerio
de Cultura)
La Guerra de Sucesión (1701-1715) supuso el enfrentamiento con un nuevo enemigo: los ingleses. Esta guerra, originada por la muerte sin descendencia de Carlos II, implicó a Inglaterra y Holanda de parte del austriaco Archiduque Carlos y a Francia con Felipe de Anjou, culminando con la victoria francesa y la proclamación de Felipe V como rey de España. La mayor parte de Castilla apoyó al bando galo, y su proyección en Roquetas fue un ataque de la flota inglesa, que fue resistido y rechazado por las torres roqueteras. Sin embargo, unos años más tarde -concretamente en 1709- no pudieron evitar que desembarcasen y se abasteciesen del agua que emanaba de Aguadulce.

Ruinas del Castillo de Santa antes de
su reconstrucción, cuando todavía se
conservaban restos de su torre nazarí
(Fuente: Archivo de Gabriel Cara González)
Roquetas no permaneció ajena a la invasión napoleónica de principios del siglo XIX. Sabemos que las tropas francesas tras ocupar Almería enviaron un destacamento que se acantonó en el ya sí existente pueblo de Roquetas, ocupando las torres del municipio. Desde ellas de nuevo se atacó a la flota inglesa que vigilaba el Mediterráneo desde su base en Gibraltar. Por aquellos entonces el Castillo de Santa Ana estaba muy dañado por el terremoto acaecido en 1804, y el ataque inglés no ayudó a la continuidad de la fortificación. En ese estado de ruinas, quedando sólo en pie el baluarte que mira al mar, se mantuvo hasta hace pocos años.

Cabría preguntarse qué ha sido de estas atalayas, y es que debemos tener en cuenta que la Historia no es una mera descripción, sino que debe tener echar la vista a un análisis de la actualidad. En este caso, sirve para verificar el interés que las administraciones muestran por nuestro patrimonio histórico.

La Torre Quebrada en 1959, años antes
de su voladura. (Fuente: La Voz de Almería)
En una de las funestas paradojas de la historia, Torrequebrada fue víctima de la propia medicina de las torres roqueteras. Así en 1960 era volada con dinamita para edificar sobre ella, mostrando el patetismo arrollador hasta donde puede llegar el urbanismo descontrolado. Todavía hoy no se ha construido nada, pero tampoco nadie ha preocupado por devolverle a Roquetas este elemento de su pasado. En todo caso, de robárselo todavía más, puesto que en 2012 fue expoliada en busca de una riqueza que nunca tuvo. Y que por el camino que lleva nunca va a tener.

Cubierta que el Ayuntamiento colocó
sobre el Castillo de Santa Ana,
rompiendo su unidad estética.
(Fuente: Lanik)
En cuanto al Castillo de Santa Ana, fue reconstruido recientemente siguiendo los planos iniciales. Hasta aquí bien. El problema viene cuando en la restauración destrozaron la inicial torre nazarí de las Roquetas, además de colocar después un a cubierta metálica que alteró completamente su estética y que desvirtúa la visión tradicional de esta fortaleza.

Si nos trasladamos al paraje natural de Punta Entinas podemos contemplar la Torre de Cerrillos. Verla allí tristemente erguida y tambaleante lleva consigo preguntarse cómo no se ha venido abajo todavía. Se encuentra marcando el límite municipal entre El Ejido y Roquetas, algo que en otros sitios conlleva que los ayuntamientos discutan e incluso se metan en pleitos judiciales para apropiarse del monumento. Pero claro, son otros sitios. En Roquetas la situación es diametralmente contraria, y es que ninguno de los dos la reivindica, como un muerto que nadie quiere cargar. Mientras que el Ayuntamiento ejidense dice que es roquetera, el de Roquetas le devuelve la pelota a El Ejido.

Estado actual de la Torre de Cerrillos,
abandonada por las administraciones.
(Fuente: Realización propia)
Como en tantas otras ocasiones, el dilema se resolvería acudiendo a la Historia, puesto que existen varios documentos que prueban la dependencia de la torre hacia el consistorio roquetero. Poco ayuda que en 1993 fuese declarada Bien de Interés Cultural (BIC), pues se mantiene exactamente igual desde entonces, trasmitiendo la sensación de que el patrimonio histórico para el actual gobierno es una carga, un gasto innecesario, más que un símbolo de Roquetas y un potencial atractivo turístico.

En definitiva, sorprende que el ayuntamiento se haya olvidado de manera tan descarada de por qué en el escudo de Roquetas figura una castillo, que precisamente representa a las torres que en su momento defendieron el litoral roquetero. Las guardianas de Roquetas hoy se encuentran abandonadas y condenadas a sólo ser noticia cuando son expoliadas o cuando llega su temido destino: el derrumbe.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de noviembre de 2015, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)