viernes, 9 de septiembre de 2016

Urbanizando las Salinas desde 1985

Estructura industrial para transportar la sal.
Fuente: Archivo de Gabriel Cara González
Desde que el Ayuntamiento de Roquetas reactivó el pasado agosto la reparcelación de las Salinas, una larga hilera de argumentos han ido entrando por un oído de ciertos políticos roqueteros y saliendo por el otro. Con inmovilismo y tozudez siguen negando el valor natural de las antiguas charcas salineras, hoy hogar de aves y especies vegetales protegidas, al que se le suma su gran interés histórico.

En 1989 las Salinas de San Rafael echaron el cierre, pero el urbanismo ya les había hincado el diente cuatro años atrás, cuando empezó construir sobre ellas. Por aquellos entonces se extendían desde lo que hoy queda de ellas hasta el Paseo de los Baños y la Avenida de Roquetas, incluyendo el auditorio, el campo de los Bajos y la Avenida de Juan Carlos I; fue precisamente esta última zona la que ya vemos urbanizándose en una fotografía aérea de 1985. El resto pronto se vio también como zona aprovechable para la ampliación del núcleo urbano. ¿El resultado? A día de hoy sólo se conserva en torno a un 20% de su extensión total.

Si nos acercamos a las pocas charcas que no han sucumbido bajo el ladrillo, descubriremos una meticulosa estructura de canales de piedra, pequeños puentes y compuertas de madera, que regulaban la entrada de agua con alta concentración de sal proveniente de Punta Entinas. Pero esta infraestructura no era nada más que un engranaje más del sistema salinero, al que se añadían un muelle, varias barcazas, almacenes y una red de vagonetas para transportar la sal. Todo ello para producir gran cantidad un oro blanco que llegaba a diferentes países europeos y que desde 1905 generó numerosos puestos de trabajo para los roqueteros.

Si usted, estimado lector, es la primera vez que escucha hablar sobre el pasado salinero de Roquetas o nunca antes había visto las fotos que adjuntamos, quizás se deba preguntar la causa de ese desconocimiento. Tal vez sea porque al Ayuntamiento no le haya interesado que lo conozca, puesto que en ese caso todos nos preguntaríamos por qué apenas queda nada de las Salinas y, sobre todo, por qué quieren acabar con lo poco que se conserva de ellas. Pero oigan, ya va siendo hora de que nos hagamos la dichosa pregunta: ¿qué fue del patrimonio histórico salinero?

Incendio de una de las barcazas en 1993.
Fuente: Archivo de Gabriel Cara González
Las barcas encargadas de trasladar la sal a los grandes navíos que paraban frente a la costa de Roquetas pasaron a mejor vida tras una bochornosa incineración. El muelle tampoco se salvó, ya que fue arrancado de cuajo por un tractor y vendido como chatarra, destino en el que también acabaron las vagonetas y toda la estructura metálica que servía para mover la sal. Evitaremos dar los nombres de quienes protagonizaron estos lamentables atentados contra la historia de Roquetas, puesto que pretendemos criticar las actuaciones más que encontrar culpables.

Desde luego también sería completamente descabellado defender que todos los terrenos de las Salinas hubiesen permanecido intactos y sin urbanizar una vez que cayeron en la inactividad, pues Roquetas necesitaba una ampliación de su trama urbana; pero lo cierto es que habría sido muy interesante conservar algunas pequeñas charcas salineras con los elementos patrimoniales más destacados, tanto en homenaje a todos aquellos que trabajaron de sol a sol en las Salinas como por lo que hoy sería un maravilloso ejemplo de patrimonio histórico industrial.

Antiguo muelle de las Salinas.
Fuente: Archivo de Gabriel Cara González
Hace 30 años, cuando comenzó la destrucción de las Salinas de San Rafael, sólo algunos historiadores mostraron su indignación. Pero afortunadamente la situación ha ido cambiando y hoy la Historia es mucho más apreciada, tanto por ser un foco de atracción turístico como por su carácter didáctico; y más con el valor añadido de nuestras salinas al ser un lugar de anidación de aves migratorias. La urbanización de las Salinas que hace unos años se permitía, hoy levanta polémicas y en un futuro se verá como una aberración. Ahí reside ese cariz justiciero de la Historia, que con el paso de los años va poniendo a cada uno en su sitio. Y por el camino que van, todo apunta a que nuestros dirigentes serán recordados como aquellos gobernantes que prefirieron el ladrillo a la naturaleza y el patrimonio histórico.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de septiembre de 2016, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)

La olvidada Turaniana

No se ve, pero existe. Nadie lo nombra, pero sigue ahí. Ninguna administración le presta atención, pero no por ello nos vamos a olvidar de él. Hablamos del maltratado yacimiento romano de Turaniana, situado en la Ribera de la Algaida, entre Aguadulce y Roquetas. Se trata del enclave arqueológico más importante del municipio, originado en torno al siglo II a.C., que lamentablemente sigue sin excavarse.

Una sombra de fatalidad lleva a este yacimiento por el camino de la amargura. Fue descubierto de forma sucesiva en tres ocasiones (1859, 1892 y 1954), con la desdicha de que cada vez que ascendía su popularidad sufría expolios y destrozos, cayendo de nuevo en repetidos olvidos. Las primeras noticias las debemos a Miguel Ruiz de Villanueva, quien entre 1862 y 1864 recogió abundantes materiales superficiales con la finalidad de donarlos al museo arqueológico de Roquetas, cuando éste existiese. 154 años después seguimos esperando a que el ayuntamiento mueva ficha.

Localización de Turaniana. (Fuente: Unidos por Turaniana)

Sería en 1991 cuando la Junta de Andalucía lo declaró «Bien de Interés Cultural» (BIC), la máxima protección posible para este tipo de bienes. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, pues se había saqueado hasta la saciedad e incluso se habían edificado algunos chalets sobre él. Con este amparo legislativo se respondía al fuerte clamor por parte de expertos en la materia, entre los que podemos destacar a Lorenzo Cara Barrionuevo y a Jorge Cara Rodríguez, autores de Roquetas de Mar, arqueología e historia: desde la Prehistoria hasta inicios de la Edad Moderna, con la que conoceremos ese pasado romano.

Sabemos que los habitantes de Turaniana se dedicaban fundamentalmente a la pesca, la obtención de la sal y el comercio, que encontraban su perfecta simbiosis en la exportación de salazones de pescado y del famoso garum romano. Como prueba de ellos encontramos piletas para salazón y el importante portezuelo de los Bajos, que se encuentra sumergido. El trazado urbano, aunque apenas se ha excavado, se completa con varias viviendas, talleres y necrópolis.

En cuanto a los restos arqueológicos hallados, entre ellos se cuentan numerosas monedas romanas, fragmentos de ánfora, anzuelos, clavos, pequeños molinos para aceite o cereal, crisoles para fundir metal, lucernas... Entre los más destacados podemos señalar un espejo, varios capiteles de columna y una estatuilla de bronce que representa a uno de los dioses lares, protectores del hogar.

Restos de muro, una estatuilla de bronce y un capital romano hallados
en el yacimiento. (Fuente: Unidos por Turaniana y Raquel Cara)

Sabiendo esto, nos da la sensación de que el ayuntamiento no se ha percatado de que cuenta con una de las mayores joyas arqueológicas de Almería. No sólo se ha olvidado de Turaniana, sino que acumula un largo historial de atentados contra ella que desde hace años ha venido denunciando la plataforma «Unidos por Turaniana». Así, en 2003 una denuncia por arrojar escombros en la zona permitió a su vez comprobar que el ayuntamiento la había atravesado con un conducto de alcantarillado sin el permiso correspondiente.

Depósito de hormigón construido por el Ayuntamiento
de Roquetas en 2009, y que fue retirado gracias a las quejas
de Unidos por Turaniana. (Fuente: Unidos por Turaniana)
En 2008 el consistorio abrió de nuevo en canal el yacimiento para colocar una canalización de Aquamed y, puesto que las desgracias nunca vienen solas, un año más tarde construyó un depósito para residuos con 18 toneladas hormigón, provocando daños irreparables en el yacimiento. Como pasa siempre, nadie asumió su responsabilidad.

No cabe duda de que Turaniana es el principal yacimiento arqueológico del municipio, tanto por su gran extensión como por no haber sido arrasado por la alianza entre la excavadora y el ladrillo que ha dirigido a Roquetas durante décadas y que todavía quiere seguir al timón de una burbuja inmobiliaria que hizo aguas hace varios años. En su naufragio, en su hundimiento hacia el fondo de las locuras urbanísticas, también quiere llevarse por delante todo el entorno de Turaniana con la urbanización de las Salinas aprobada en el último pleno municipal. Parte del yacimiento también será arrasado, puesto que de las casi 20 hectáreas del yacimiento solamente están incluidas como Bien de Interés de Cultura entre 12 y 13 hectáreas.

¿Hasta cuándo abusará el ayuntamiento de nuestra paciencia? Hasta que se lo permitamos, sencillamente. El desconocimiento del yacimiento por parte de los roqueteros siempre se ha encontrado con la complicidad del ayuntamiento, incapaz de mover un dedo en favor la excavación y puesta en valor del enclave romano. La organización de varias rutas fotográficas y visitas guiadas indica un cambio de tendencia, pero desde luego sigue siendo insignificante en comparación con el empeño por urbanizar y devastar todo el entorno de la Ribera de la Algaida y el propio yacimiento.

En definitiva, nos encontramos ante un tenso equilibrio entre ignorancia y dejadez administrativa, que genera un círculo de olvido para Turaniana del que es imposible salir. O el ayuntamiento se moviliza, lo cual es complicado, o deberemos ser los roqueteros los que nos vistamos las togas romanas y volvamos a decir, más alto que nunca, que seguimos Unidos por Turaniana.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de octubre de 2016, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)