lunes, 11 de septiembre de 2017

Así se salvó Punta Entinas-Sabinar


Pocos saben que, gracias a la lucha del Grupo Ecologista Mediterráneo, el paraje natural consiguió librarse de los proyectos de urbanización de Roquetas y El Ejido


Los flamencos son uno de los mayores símbolos de Punta Entinas-Sabinar (Fuente: Blas Fuentes)
Alguien pensará que debemos estar muy agradecidos a nuestros políticos porque un buen día decidieron proteger la naturaleza que hoy podemos disfrutar todos. Pero no se equivoquen. Con vergonzosa frecuencia, los espacios naturales que todavía se conservan se los debemos a aquellos ecologistas que se levantaron y se opusieron a unos políticos que, más bien, pretendían destruir el medio ambiente para construir sobre él. Es el caso del Paraje Natural Punta Entinas-Sabinar.

Pongámonos en situación: Poniente Almeriense, década de los 70. El entorno de Punta Entinas y Punta Sabinar, de gran valor ecológico, en aquellos momentos no gozaba de ningún tipo de protección. Como un sujeto mudo, se veía temerosamente acorralado ante la expansión la Urbanización de Roquetas, por el este, Almerimar, por el oeste, y los invernaderos, por el norte.

Es muy visible el tajo en la arena que provocaban
las extracciones ilegales (Fuente: GEM)
Por si fuera poco, en pleno auge de la agricultura bajo plástico, este tipo de cultivo demandaba enormes cantidades arena. La Unión Salinera, que hasta entonces había gestionado las Salinas de Cerrillos, comenzó a venderla: camiones y camiones entraban y se la iban llevando por toneladas. Para el que no lo sepa, la mayor parte de Punta Entinas-Sabinar estaba cubierta de varios metros de arena, hasta el punto de que existían numerosísimas dunas.

El problema no era solamente que se estaba expoliando el paraje, sino que se estaba destruyendo el biotopo y arrancando toda la vegetación de sabinas y lentiscos que habitaban sobre el terreno y sus dunas. Con la connivencia de la Junta de Andalucía y los ayuntamientos de Roquetas y Dalías (después El Ejido), estaban convirtiendo Punta Entinas en un páramo desierto. Como remate final, estos consistorios pretendían edificar todo el paraje bajo unos supuestos ideales de «desarrollo» y «progreso».

«Contra los piratas de la arena, basta de expoliar Entinas».
Concentración del GEM junto a las máquinas que extraían
arena ilegalmente en Punta Entinas (Fuente: GEM)
Como reacción, sería en 1977 cuando varios almerienses preocupados por el medio ambiente fundaron el Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM), que se centró en Punta Entinas-Sabinar por el gran riesgo que corría. Dos años más tarde, el presidente del GEM, Pepe Rivera, presentaba un escrito ante distintas administraciones pidiendo la conservación de la zona. Gracias a esta movilización, en ese mismo año de 1979 la Comisión Provincial de Urbanismo protegía de forma preventiva el paraje natural esperando la resolución de las autoridades competentes, paralizando así los intentos de construcción y prohibiendo las extracciones de arena.

Sin embargo, seguían saliendo camiones de arena de forma ilegal. Ya entonces se percataron los ecologistas de que la desaparición de las dunas alisaba el terreno y le quitaba todo su valor natural, predisponiéndolo para ser edificado. También advirtieron que se estaba engañando a los agricultores que recibían la arena, pues la del paraje era de peor calidad que la que podían obtener de las playas.

«Aquí se atenta contra la naturaleza». Pancarta del
Grupo Ecologista Mediterráneo contra la urbanización
de Cerrillos (Fuente: GEM)
¿Cómo reaccionaron las administraciones? Gracias a las reivindicaciones ecologistas, en 1980 la Junta lo incluyó en el Catálogo Provincial de Espacios Protegibles. Seguidamente, a los pocos meses el Ayuntamiento de Dalías también se posicionó a favor de Punta Entinas-Sabinar. Pero fallaba una tercera pata: el Ayuntamiento de Roquetas, gobernado entonces por el PSOE, que pretendía urbanizar su porción de Punta Entinas-Sabinar, la correspondiente a Cerrillos. Mientras tanto, la oposición, liderada por Alianza Popular (antecesora del PP) no se oponía a estos planes ni por ética ni por estética. Más aún, en particular uno de sus concejales se mostraba especialmente interesado en estos planes urbanísticos: Gabriel Amat.

Así nos lo revela la única voz discordante de entonces: Francisco Rodríguez, concejal del PCA, quien denunciaba los «intereses creados por parte de miembros de la Corporación tales como el alcalde actual o el ex-alcalde Martínez Romera, Amat Ayllón y Sánchez Reyes». Así, en un pleno del 83 el concejal Amat, desde la oposición, presentaba una moción para urbanizar Punta Entinas-Sabinar, que contó con el beneplácito del PSOE, pese a que aquello era ilegal. Una de las sentencias de Francisco Rodríguez no pudo ser más acertada en defensa del paraje: «no se puede convertir el pueblo tan solo en un extenso muro de hormigón de cara al turismo». Pero no sería la única vez en la que se criticaría al concejal Amat, pues en el 87 el GEM llegó a denunciarlo por «construir un invernadero en Punta Entinas».
La abandonada Torre de Cerrillos, uno de los símbolos
de Punta Entinas-Sabirnar, en plena primavera
(Fuente: Ayuntamiento de Roquetas)
Como respuesta, se fueron sucediendo las movilizaciones en favor de Punta Entinas-Sabinar y contra los planes urbanísticos del Ayuntamiento, tal y como hizo el claustro de profesores del Instituto Sabinar, que reclamaba «impedir que se inicie cualquier actividad, especialmente la urbanización de un espacio tan único». «Si siempre ganan los plásticos, el cemento y el césped artificial, todos saldremos perdiendo», señalaría la profesora Beatriz Guirao. Paralelamente, las extracciones de arena continuaban, así que los ecologistas decidieron pasar a la acción paralizando las máquinas y convocando concentraciones, que nos han dejado fotografías tan ilustrativas como las que acompañan este artículo.

Los planes urbanísticos seguían adelante, tal y como proclamaba el alcalde socialista de Roquetas, Juan Antonio Pérez Martínez: «Roquetas puede convertirse en la Marbella de Almería»; por supuesto, a costa de destrozar la naturaleza. Por suerte el Ayuntamiento de Roquetas sólo pudo edificar en Playa Serena II, con el acuerdo de que serían construcciones que con reducido impacto paisajístico. Hoy buena parte de las parcelas de esta zona siguen sin construir, evidenciando que no había ninguna necesidad de arrebatárselas al paraje natural.

Vista aérea de Punta Entinas-Sabinar (Fuente: Google Earth)
Por fin, en 1989 Punta Entinas-Sabinar fue declarado «Paraje Natural» por la Junta de Andalucía, confiriéndole la categoría superior de «Reserva Natural» a uno de sus sectores por su especial valor. Suponía la culminación de una lucha que había sido liderada por el GEM, pero en la que también colaboraron Colectivo Ecologista Sabinal, el Colectivo Ecologista Gaviota, el Taller Aroldo, la Asociación Juvenil Cóndor y multitud de roqueteros. Para conseguir esta meta, los ecologistas habían dedicado su tiempo, su trabajo y prácticamente su vida a preservar el paraje, cumpliendo una encomiable labor hoy silenciada, desconocida por buena parte de los roqueteros.

Por suerte para la ciudadanía y por desgracia para unos cuantos intereses privados, Roquetas nunca se convirtió en esa Marbella almeriense que tanto deseaban algunos. No obstante, hoy que tenemos un paraje protegido, debemos saber cuidarlo y denunciar sus carencias, pues siguen siendo muchos los problemas que sufre. No los señalaremos aquí, pues se nos agotan los renglones para poder siquiera enumerarlos. Sí diremos que los ecologistas que defendieron Punta Entinas-Sabinar sencillamente defendieron el patrimonio natural de todos. Ejercieron la responsabilidad de aquel que conoce el valor de un espacio y se siente en la responsabilidad de ponerlo en conocimiento público para su protección y disfrute comunitario.

Atardecer en Punta Entinas-Sabinar (Fuente: Blas Fuentes)
Ante la sorpresa de muchos, hoy el Ayuntamiento de Roquetas también se ha subido al carro de Punta Entinas y lo difunde como un valor natural de nuestro municipio, un cambio de rumbo que desde estas líneas agradecemos y esperamos se haga extensible otros espacios naturales de Roquetas, como la Ribera de la Algaida y las Salinas de San Rafael, sobre las que sobrevuelan buitres con apetito de ladrillo y hormigón. Si conseguimos salvarlos, la generosa naturaleza nos dará una poderosa lección: pese a los maltratos, vejaciones y desprecios, Punta Entinas-Sabinar, la Algaida y las Salinas nos seguirán ofreciendo generosamente su fauna, su vegetación y, en resumen, su belleza.

(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de agosto de 2017, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)

lunes, 22 de mayo de 2017

Los manantiales de Aguadulce


El afloramiento de agua subterránea ha sido una constante en Aguadulce desde tiempos inmemoriales, estando en la base de la ganadería trashumante y de la aparición de los invernaderos


Con demasiada frecuencia ignoramos la toponimia que nos rodea. No nos preguntamos por qué una rambla se llama «de la Culebra» o «de San Antonio», qué era el Campillo del Moro, por qué existe una «algaida» tan cerca nuestra o, sencillamente, a quién se le ocurrió llamar así a Aguadulce a pesar de su clima subdesértico y a encontrarse a orillas del salado Mediterráneo.
Mapa de 1855 en el que aparecen la Torre de Rambla
Honda y las cacimbas de Aguadulce. (Fuente: IGN)

La explicación reside en las «cacimbas», un término hoy en desuso, pero que hacía referencia a unos pequeños manantiales de agua que veían la luz en la zona del actual puerto de Aguadulce. Procedían de las filtraciones de la Sierra de Gádor, que manaban en la zona donde entonces terminaba la playa y comenzaban los acantilados del Cañarete.

Pero estas cacimbas no eran el único manantial de la zona, sino que a los pies de la Torre de Rambla Honda también existía otro. Esta torre se encontraba muy próxima a la playa, en la que sabemos que en 1709 una flota inglesa desembarcó y se proveyó de agua, en el marco de la Guerra de Sucesión. Una tercera fuente de agua se señala en un mapa de 1897 de Enix, al que pertenecía entonces Aguadulce, en forma de un «estanque» situado a medio camino entre la actual Avenida de Carlos III y el cementerio.

Más cerca de Roquetas, en la Ribera de la Algaida, encontramos un cuarto y curioso manantial. El Bosque era una zona del norte de la Algaida donde la vegetación se espesaba; era, por tanto, una zona que atraía a los pastores trashumantes, aprovechando el abrevadero de la Ñoretilla para que el ganado se refrescase. A su paso por la playa y a los pies del taray centenario, los pastores se sorprendían viendo cómo las cabras y ovejas «enloquecían» y se lanzaban al mar, comenzando a beber agua. No era locura, sencillamente el agua dulce nacía dentro la orilla del mar.

Los acuíferos que alimentaban estas afloraciones de agua eran bien aprovechadas en Aguadulce a través de pozos y norias. No en vano, en 1906 aparece en el periódico almeriense «El Radical» una noticia titulada «Alumbramiento de aguas» que partía de vecinos de la zona, en la que se indica la existencia de un «río subterráneo» en Aguadulce que «abunda notablemente a la orilla del mar el agua potable». Seguidamente se indica que «alumbrando y encauzando convenientemente las aguas del supuesto río, se podría regar con ellas la hoy estéril llanura, que desde el citado pueblo de Aguadulce se extiende hasta la ciudad de Adra». Precisamente en comunicaciones de este tipo estaría el origen de las torretas para extraer agua que el Instituto de Colonización situó en todo el Poniente Almeriense y, especialmente, en Aguadulce, para abastecer a la incipiente agricultura de enarenados y bajo plástico.

Fuente construida por el Ayuntamiento de Roquetas en 2004
y abandonada en la actualidad. (Fuente: Realización propia)
¿Qué queda de todo aquello? La primigenia fuente de las cacimbas fue destruida y con la construcción del puerto deportivo de Aguadulce se secó el manantial. En su lugar el Ayuntamiento levantó en 2004 una fuente de la que pronto dejó de surtir agua; hoy, abandonada por el consistorio, no es más que un pequeño vertedero, como muestra de lo poco que algunos valoran el patrimonio histórico. Tan sólo las torretas de agua arrojan un hilo de esperanza, gracias a la labor de la Asociación Serbal, que las está acondicionando como refugios para aves.

Es a través de pequeños elementos como una fuente, una torre, una antigua casa, un molino abandonado o un árbol centenario, como se va reconstruyendo la historia desde abajo, desde lo local. Si no se cuidan, difunden y ponen en valor, estaremos condenando al histórico pueblo de Aguadulce a ser lo que no es, a verse degradada a una de las muchas urbanizaciones que pueblan la costa española.

martes, 16 de mayo de 2017

V Recreación Histórica de la Paz de las Alpujarras en Padules

Los amantes de la Historia tenemos una cita los días 20 y 21 en el bello pueblo alpujarreño de Padules, en la provincia de Almería. Se trata de la quinta edición de la recreación histórica de la Paz de las Alpujarras, acaecida en este pueblo en 1570.

La firma de esta rendición supuso la conclusión de la Rebelión de las Alpujarras, que había comenzado en 1568, y que supuso el levantamiento de miles de moriscos en todo el Reino de Granada contra las autoridades castellanas. Tras la derrota morisca, su representante Hernando de Habaqui firmó la paz con Juan de Austria, de parte del rey Felipe II.

En esta recreación histórica se podrá contemplar las armas y armaduras de la época, variables según el bando morisco o castellano, así como la vida cotidiana del siglo XVI: vestimenta, alimentación, artesanía, música... A continuación os presentamos el cartel de esta edición y el programa del sábado 20 y domingo 21 de mayo.


Cartel de la Paz de las Alpujarras 2017


SÁBADO 20 DE MAYO DE 2017

A las 12:00 en la Plaza de las Escuelas:

• Entrada-desfile del ejército morisco, tercios, nobles y tren de bagaje, entre otros. Será ilustrado por historiadores y especialistas en panoplias militares, indumentario y vida de la época.

De 12:30 a 14:00 en el campamento, situado en la Rueda:

• Un viaje histórico a la España morisca y cristiana del siglo XVI para ver cómo luchaban, qué comían, cómo vivían...
• Instrucción militar de batalla: armas de fuego (culebrinas, arcabuces, pistolas), cuadro de picas, armas de asta, esgrima renacentista, arqueros, hondas, desfiles por el pueblo...
• Cocina histórica con degustaciones de platos moriscos, nazaríes y cristianos
• Talleres históricos demostrativos: telares, hilado de seda, construcción de instrumentos, sastrería, esgrima, arcabucería, cambistas, reclutamientos, lectura del Bando de Santa Fe...
• Música renacentista y exposición de instrumentos del siglo XVI con Ensemble La Danserye
• Corral de animales: rebaño de ocas, cabras, mulos, burros, etc., con desfiles y exhibiciones
• Estrado de las damas, puestos de moriscos, aguadoras, juegos infantiles, exhibiciones...

A las 12:45, la batalla:

• Exhibición narrada de técnicas de combate del siglo XVI con dos asaltos

A las 14:00, cierre del campamento, que volverá a abrir a las 17:30 con los mismos talleres

A las 18:00 en la iglesia:

• Concierto de música renacentista por La Danserye. Asistirá don Juan de Austria acompañado de miembros de la corte y y sus generales, todos ellos escoltados por las tropas. El pueblo llano y los espectadores aguardarán la llegada de Su Excelencia sentados en la iglesia tal y como manda el protocolo de la época. Una vez terminado el concierto, los organizadores ruegan a los asistentes que permanezcan en sus asientos hasta que salga la comitiva real.

Es preciso señalar que las distintas actividades serán narradas por especialistas y anunciadas en el pueblo por los niños con matracas, caracolas, cencerros y cañonazos.

A las 19:15, en el campamento:

• Escenificación de la Paz de las Alpujarras (rendición)


SÁBADO 21 DE MAYO DE 2017

De 10:00 a 12:30 en la Rueda:

• Historia en vivo de un campamento del siglo XVI. Un viaje histórico a la España morisca y cristiana del siglo XVI para ver cómo luchaban, qué comían, cómo vivían...
• Desayuno histórico
• Talleres demostrativos de oficios históricos, reclutamiento de tropas, música renacentista, exhibiciones de combate y armas históricas, encamisada, visitas guiadas al público...

A las 12:15:

• Exhibición de danzas renacentistas a cargo de «Damas y Caballeros de Pastrana»

A las 13:15:

• Clausura de la V edición de «La Paz de las Alpujarras»


Plano de Padules con los lugares destacados para la V edición de La Paz de las Alpujarras





domingo, 9 de abril de 2017

La Mojonera: de barriada de Felix a municipio


En 1958 se formó el poblado de colonización bajo el nombre de «Camponuevo del Caudillo», dependiente de Felix, que fue creciendo hasta dar lugar a la actual Mojonera


Fotografía aérea del pueblo de Colonización de Camponuevo del Caudillo, actual Mojonera. (Fuente: Instituto de Estudios Almerienses)

Un 10 de abril de 1984 La Mojonera conseguía constituirse como municipio propio, separándose de Felix. Desde entonces hasta 2015 ostentó el título del municipio más joven de la provincia, que ahora señorea Balanegra; sin embargo, en comparación con sus vecinas Roquetas, Vícar y Enix -también inicialmente felisarias- lograron la independencia cientos de años atrás. ¿Por qué La Mojonera tardó tanto?

Desde tiempos del Reino Nazarí de Granada la agricultura era impracticable en buena parte del Campo de Dalías. Como alternativa, la zona zona era aprovechado por los pastores de ganado trashumante, que bajaban desde las sierras cercanas a pasar el invierno. La situación se mantendría tras la conquista castellana y llegaría hasta el siglo XX.

Plaza principal del pueblo, con la iglesia y el edificio
administrativo. (Fuente: Instituto de Estudios Almerienses)
De hecho, si preguntásemos a nuestros bisabuelos, sólo recordarían a La Mojonera como un paraje con unos cuantos cortijos alejados de los grandes núcleos de la zona y adonde acudían los rebaños de ovejas y cabras a pastar. De hecho, recibe ese nombre por los «mojones» que en ella se encontraban para establecer el límite entre las tierras de Dalías (que hasta 1981 incluía a El Ejido) y de Felix (al que pertenecía La Mojonera junto a Roquetas, Vícar y Enix).

Pero esta situación va a cambiar radicalmente a en los años 30 y 40 del siglo XX tras el descubrimiento en la zona de los acuíferos que todavía hoy, aunque seriamente explotados, siguen proporcionando agua. Esto animó al franquista Instituto Nacional de Colonización a fundar una serie de pueblos en el este del Poniente Almeriense, dentro del proyecto nacional de fomentar la agricultura y el mundo rural.

Fotografía antigua del edificio administrativo, que después
sería el ayuntamiento. (Fuente: Instituto de Estudios Almerienses)
En concreto, nacieron El Parador, Las Norias, Las Marinas, la Puebla de Vícar, San Agustín, El Solanillo y, por supuesto, La Mojonera. A causa del habitual empeño de Franco de perpetuar su memoria, La Mojonera pasó a llamarse «Camponuevo del Caudillo», no recuperando su nombre original hasta una vez llegada la democracia que durante 36 años mantuvo secuestrada el dictador.

Pese a que la ausencia endémica de agua estaba solucionada, los primeros pueblos de Colonización se chocaron de frente con el problema de la alta salinidad del suelo, imposible de tolerar por la mayor parte de los cultivos. Buscando resolver el problema, los peritos del Instituto de Colonización se fijaron en un agricultura albuñolero afincado en Roquetas de 1954, quien conseguía abundantes cosechas cubriendo la tierra con arena de la playa.

Dicho y hecho, el enarenado y el agua se extendieron como la pólvora por el Poniente Almeriense, combinándose después con el cultivo bajo plástico. Estaban ya las condiciones necesarias para el triunfo de los pueblos recién fundados, como ocurrió con La Mojonera. El proyecto del trazado urbano fue realizado por Manuel Jiménez Varea en 1958, concluyéndose en 1969 en sucesivas fases.

El retablo de la Virgen de la Fuensanta preside la iglesia de
La Mojonera. Fue realizado por el ilustre almeriense
Luis Cañadas, siendo su única obra en las iglesias
de Colonización. (Fuente: Instituto de Estudios Almerienses)
Como todos los proyectos de Colonización, en La Mojonera se levantaron, junto a las numerosas casas de parcela, la iglesia, la escuela, la casas del maestro y el edificio administrativo, que se convertiría en el actual ayuntamiento. Es el color blanco el predominante en la arquitectura de esta época, que también se caracteriza por su tendencia a la horizontalidad frente a la verticalidad, con edificios de escasa altura. La excepción la constituye la torre de la iglesia, que por cierto guarda en su interior un bello retablo de la Virgen de la Fuensanta, obra del indaliano Luis Cañadas. Para ampliar información se puede consultar el libro «Los pueblos de colonización en Almería. Arquitectura y desarrollo para una nueva agricultura», de la colección del Instituto de Estudios Almerienses.

Escudo de La Mojonera
con la fecha «10 de abril
de 1984», el día en el que
se convirtió en municipio
independiente. (Fuente:
Wikimedia Commons)
Con el paso del tiempo el pueblo creció hasta superar en población a su metrópoli, Felix. Como solución se propuso trasladar la capitalidad del municipio hasta La Mojonera, tal y como se haría con Vicar viejo y la Puebla de Vícar; sin embargo, desde el propio consistorio felisario se pidió la segregación. Además, se daba la curiosa situación de que Felix y La Mojonera no tenían contacto, sino que entre ellos se intercalaba el término municipal de Vícar.

Fue entonces cuando un 10 de abril de 1984, tal y como comentábamos al comienzo de este artículo, oficialmente nacía La Mojonera como municipio. Corresponde a las autoridades mojoneras saber conservar y difundir su pequeño caminar en la historia, con la ventaja de que , por suerte, su estructura inicial no se ha visto especialmente modificada hasta convertirse hoy en un museo vivo de los poblados de Colonización de mediados del siglo XX.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de abril de 2017, en la sección «Especial Día de La Mojonera»)

miércoles, 8 de marzo de 2017

El milagro del enarenado

Hasta mediados del siglo XX el Poniente Almeriense era una zona pobre y poco poblada, pues su agricultura se encontraba limitada por la falta de agua y por la salitrosidad de los suelos, a lo que debemos sumar los fuertes vientos que en nada benefician a los cultivos al aire libre. Esto provocaba que, las pocas plantas que podían soportar estas pésimas condiciones, diesen escasos rendimientos. En consecuencia, sus habitantes se veían abocados a otras actividades complementarias como el pastoreo o la tan olvidada extracción de la sal.

Aunque existe un fuerte debate sobre el origen de esta técnica y del invernadero, en el que cada localidad intenta atribuírselo de una u otra forma, podemos encontrar algo de luz si acudimos al libro «Los pueblos de colonización en Almería», de la colección del Instituto de Estudios Almerienses. El origen lo encontramos en los agricultores de El Pozuelo y La Rábita (ambos en el término municipal de Albuñol), quienes desde finales del siglo XIX cubrían con arena algunas de sus parcelas. Esta costumbre se fue expandiendo hacia Guainos y Balanegra, ya en la provincia de Almería.

Estructura de un enarenado.
(Fuente: Juan José Gutiérrez Sánchez)
Dicha técnica consiste en colocar sobre la tierra una capa de estiércol y otra de arena. El estiércol le aporta los nutrientes de los que carece el suelo almeriense, mientras que la capa de arena evita la ascensión de la humedad por el proceso de capilaridad, impidiendo así la pérdida del agua que contiene el suelo. Además, tradicionalmente este agua ascendente tenía un alto contenido de sales que, al evaporarse, dejaba en la superficie una perjudicial capa salitrosa.

A Roquetas llegaría en 1954 el albuñolero Juan Sánchez Romera, que puso en práctica esta tradición. La expectación de los roqueteros fue mayúscula y lo calificaron de «locura», pues Juan acarreó con su burro varias cargas de arena de la playa a su terreno en La Romanilla y lo protegió con cañaveras. Mayor aún fue la sorpresa de sus vecinos cuando obtuvo una excelente cosecha de 504 kilos de judías.

Paralelamente, ese año se había iniciado la ampliación del núcleo de Roquetas por parte del Instituto Nacional de Colonización (INC), atraído por la solución al endémico problema del agua gracias al descubrimiento de los múltiples acuíferos que pueblan el subsuelo del Poniente, de donde se comenzó a extraer agua tras la construcción de pozos.

Sin embargo, hasta entonces el programa de Colonización había tenido escaso éxito ante las malas condiciones de la tierra: debido a la imposibilidad de cultivar cítricos u hortalizas por la salinidad del terreno, se había recurrido a otros cultivos, sin obtener tampoco buenos resultados. Fue gracias a una visita los técnicos del ICN a la parcela de Juan Sánchez cuando se percataron de que esta curiosa técnica era la única forma de sacar adelante los planes de atraer población al Poniente.

Tras una serie de pruebas satisfactoria en Aguadulce, el ICN financió en 1957 el enarenado 40 parcelas en Roquetas de Mar. Esto permitió que, lo que hasta entonces había sido un erial, se convirtiese en tierra fértil, multiplicándose los cultivos y el precio de los terrenos. A su vez, se corrió la voz y se aceleró la llegada de colonos, lo que permitió caminar sobre seguro en la construcción de los pueblos de colonización en los siguientes años: El Parador, Las Norias, La Mojonera, Las Marinas, Puebla de Vícar, San Agustín y El Solanillo. Esto explica la aparición de tantas nuevas localidades en una zona tan concreta como el este del Poniente Almeriense.

Labor de enarenado a principios de los años 60, en Aguadulce.
(Fuente: Instituto de Estudios Almerienses)
No debemos caer en el error de pensar que el enarenado y el invernadero almeriense nacieron a la vez, pues los primeros cultivos sencillamente eran protegidos del viento por un cercado de cañas. Sería en 1960 en la parcela del conocido Paco «El Piloto» cuando se cubrieron los cultivos con un pequeño túnel de plástico para mantener el calor, basándose en antecedentes en las Canarias e Israel. Fue 3 años más tarde cuando también gracias a «El Piloto» surgió el invernadero tipo parral, inspirado en el que se utilizaba para la uva de mesa. Este sistema permitía mantener unas temperaturas estables y producir varias cosechas al año, lo que además adelantó las cosechas e introdujo en el mercado productos en meses en los que tradicionalmente eran escasos, obteniendo así importantes beneficios.

En definitiva, no nos cabe duda de que, sin esta transición de una agricultura de subsistencia, para el autoconsumo, a otra industrializada y destinada a la exportación, hoy el Poniente Almeriense no sería lo que es. Cabe esperar a que este pasado reciente de nuestra comarca comience a ser valorado, estudiado y difundido como se merece, y no relegado al cajón de los olvidos en el que descansa buena parte de la Historia de Roquetas.

martes, 7 de febrero de 2017

La desprotección de los pueblos de Colonización (I): Las Marinas

Fotografía aérea Las Marinas en 1966. (Fuente: Instituto de Estudios Almerienses)
Si por algo se caracteriza el término municipal de Roquetas de Mar es por esta subdividido en múltiples barriadas y pueblos de norte a sur. No se trata de una anomalía ni de un defecto que deba ser corregido llevándose por delante parajes naturales como la Ribera de la Algaida, sino que debe ser entendido como un símbolo de pluralidad y, ante todo, como el resultado de una evolución histórica que nunca debemos olvidar.

Un total de cuatro de estos núcleos: El Parador, Las Marinas, El Solanillo y parte de Roquetas pueblo, encuentran su origen en las iniciativas que el Instituto Nacional de Colonización (INC) realiza en la década de los 50 y 60 en Almería. Se trataba de un organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, fundado en 1939 tras la victoria del bando franquista en la Guerra Civil. Para acercarnos a este proceso recomendamos el libro «Los pueblos de colonización en Almería. Arquitectura y desarrollo para una nueva agricultura», de la colección del Instituto de Estudios Almerienses, fruto de una admirable investigación histórica.

A las localidades mencionadas debemos sumar en el Campo de Dalías las fundaciones de la Puebla de Vícar, Las Norias, La Mojonera (entonces llamada «Camponuevo del Caudillo») y San Agustín. En el conjunto de la provincia también se crearon pueblos en la zona de Huércal-Overa y el Campo de Níjar. Debemos aclarar que no se trató de un proyecto circunscrito a Almería, sino que se fundaron poblados en todo el territorio español.

La situación del Poniente Almeriense era francamente complicada: debido a la salinidad del terreno, la agricultura era tremendamente pobre y el único aprovechamiento posible era el pastoreo. Sin embargo, la situación cambió con el descubrimiento de acuíferos en el subsuelo de la comarca y el desarrollo de la tecnología de pozos para extraer el agua, que facilitó que en 1941 se declarase al Campo de Dalías «Zona de Interés Nacional». Tras una nueva ley en 1953 que permitía las expropiaciones a particulares para crear pueblos y parcelas de cultivo, pronto el Estado empezó a fundar los primeros pueblos.

Fundación de Las Marinas

En 1954 se amplía el pueblo de Roquetas (el entorno de la actual Plaza Alcalde José Pomares) y se funda El Parador; en 1958, Las Marinas; y en 1968, El Solanillo. Nos encontramos a su vez un proceso paralelo en la agricultura que, sin duda alguna, es la clave del éxito de estos nuevos pueblos: el «milagro del enarenado», que consistía en cubrir con arena la tierra para evitar la evaporación del agua y combatir la salinidad.

Centrándonos en Las Marinas, se construyeron un total de 62 viviendas en dos fases: 1958 y 1962. Su plano tiene una estructura clara, con un núcleo en el que se sitúa un bulevar rodeado por la iglesia, edificios administrativos y dependencias para el ocio, la artesanía y el comercio. En su entorno se disponen sucesivas manzanas de casas de una o dos plantas con pequeñas parcelas adosadas de distintos tamaños, que se entregaban a los colonos dependiendo de la dimensión de la familia que la ocuparía. Como se ve en la fotografía aérea, en las proximidades se encontraban los terrenos que también se entregaban a los colonos para su explotación.
Interior de la Iglesia de Santa María del Mar, en Las Marinas.
(Fuente: Instituto de Estudios Almerienses)

El proyecto de cada pueblo con sus viviendas se encargaba a un mismo arquitecto, que en este caso corrió a cargo del madrileño José Luis Fernández del Amor, a quien también debemos la Puebla de Vícar y Campohermoso. Destacó por unificar la arquitectura popular con las nuevas tendencias artísticas, algo que vemos especialmente en la parroquia de Las Marinas, la Iglesia de Santa María del Mar, que destaca por sus vidrieras.

Iniciativas para su conservación

En los últimos años los envites de la presión urbanística ha hecho bastante daños a todos los pueblos de colonización. Esto ha sido posible debido a la escasa protección por parte del Ayuntamiento de Roquetas, que en el Plan General de Ordenación Urbana sorprendentemente sólo ha establecido la preservación de los espacios libres y los patios de vecinos, no de los propios edificios. Esto ha permitido que muchos de ellos hayan sido sustituidos por bloques de pisos que rompen la unidad de su entorno, o incluso declarados en estado de ruina por parte del Ayuntamiento y derrumbados después, sin ofrecer la restauración como alternativa.

Quizás Las Marinas sea la localidad donde más casas han sobrevivido a la vorágine de la burbuja inmobiliaria, aunque algunas de las viviendas ya han sido derribadas, rompiendo la armonía del conjunto histórico y restándole valor. Esto nos invita a la esperanza de que los edificios restantes puedan ponerse en valor, pues son la mayor evidencia del origen histórico de esta barriada.

Teniendo conocimiento de que el Colegio de Arquitectos de Almería va a elaborar una guía sobre la arquitectura de Roquetas, pensamos que sería una buena oportunidad para elevar el grado de protección de estos edificios. Esto podría acompañarse con iniciativas por parte del Ayuntamiento para fomentar el conocimiento sobre los pueblos de colonización y los inicios de la agricultura bajo plástico en Roquetas.

Se trata de una necesidad apremiante, pues la ya iniciada desaparición de los edificios y viviendas primigenias de las distintas barriadas de Roquetas supondría la pérdida de un pedazo de nuestra historia más reciente, esa que todavía recuerdan nuestros padres y abuelos.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de febrero de 2017, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)

martes, 10 de enero de 2017

Los paladines de la historia de Roquetas

Portada del libro
Viven en nuestro pueblo dos señores empeñados en que sepamos que Roquetas tiene mucha, muchísima historia. Y qué razón tienen. No se quejan, no se lamentan, no se manifiestan para que todos nos enteremos de ello, sino que directamente lo demuestran de la forma más incuestionable: a base de libros.

El pasado 27 de diciembre de 2016 nos lo volvieron a recordar estos dos valedores de la historia roquetera, Gabriel Cara González e Ignacio Jiménez Carrasco, con la presentación de su obra «De la mar. Familias del Puerto de Roquetas de Mar», en el que incluyen a los primeros pobladores del Puerto desde el siglo XVIII hasta la actualidad a través de 67 árboles genealógicos y más de 90 ramas familiares. Escogieron como lugar el salón de actos de la biblioteca, que se volvió pequeño ante un público que había acudido en masa, ansioso de conocer sus orígenes. Según posteriores declaraciones de Ignacio para esta sección, «la respuesta de la gente fue maravillosa».

De parte del Ayuntamiento intervinieron al comienzo del acto María Dolores Ortega, concejala de Educación y Cultura, y José Manuel Navarro, jefe de Protocolo del consistorio. A continuación tomó la palabra el hijo de uno de los autores, Gabriel José Cara Rodríguez, también historiador, quien explicó los distintos métodos para hallar a nuestros antepasados en el libro. Afanosamente los asistentes le seguían rebuscando entre las páginas de la obra e iban encontrado con sorpresa a sus más remotos familiares.

De izquierda a derecha, Ignacio Jiménez, Gabriel Cara
González y su hijo Gabriel José Cara Rodríguez.
(Fuente: Juan Pablo Yakubiuk)
Por fin intervino el padre, Gabriel Cara, quien declaró entre evidentes muestras de emoción las dificultades que había atravesado para lograr la conclusión del libro, a causa de su debilitada vista. Más tarde su hijo Gabriel José nos ha confesado que para su padre este libro «supone el colofón de toda una vida dedicada a demostrar que todos los pueblos tienen su historia», Roquetas entre ellos. También ha destacado el gran valor sentimental para las familias del Puerto pues, a través de sus fotografías «impone afectos, recuerdos y memorias, que nos ayudan a comprender nuestro pasado».

Finalmente el acto era concluido por Ignacio Jiménez, incansable recopilador de testimonios, fotografías y documentos de archivo, cuya labor ya había sido presentado por sus dos compañeros como la innegable base de este libro. «Lo hacemos con la ilusión de que la gente sepa que Roquetas tiene historia», nos ha contado Ignacio con franqueza.

El trabajo de Gabriel e Ignacio ha sido una labor silenciosa, de poco a poco, un «parto de nueve años» como cariñosamente lo llamaron sus autores debido a los contratiempos de la salud que han ido retrasando sucesivamente su publicación. Una tarea de la que los roqueteros estaremos eternamente agradecidos y que todavía no ha concluido, pues para finales de año esperan sacar el segundo volumen que incluirá los apellidos de la L a la Z.

Sabiendo que el libro está teniendo una acogida sensacional y que ya se han vendido la mitad de los libros impresos, desde estas líneas sólo nos queda concluir mostrándoles nuestro eterno agradecimiento y pedirles que nunca, jamás, dejen de recordarnos que el rico pasado que tiene Roquetas.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de enero de 2017, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)